Antón Rodicio está fascinado por las presas. Los está por su aspecto de precipicio, por su potencial cataclísmico, por su simbolismo. Esta exposición recoge doce de estas formidables estructuras de todo Galicia fotografiadas y explicadas por el autor.
Me fascinan las presas…
Por su aspecto de precipicio, símbolo de la tensión existencial en que todo artista busca, consciente o inconscientemente, vivir, por ser el mejor detonante, alimento y contexto para la creatividad y la imaginación.
Por su potencial cataclísmico, con accidentes poco frecuentes pero catástrofes épicas algunos de los que se tienen producido.
Por la apariencia siniestra que tienen a veces las llamadas presas de contrafuertes y la belleza sublime de las esbeltas e increíblemente delgadas presas de bóveda de doble curvatura.
Por el simbolismo directamente derivado de aquello que la presa es y para lo cual se construye: la obstrucción (del cauce del río) que conduce a la acumulación (de energía). Simbolismo que está arquetípicamente representado por uno de los hexagramas del “I Ching”, el gran libro de la sabiduría taoísta. Concretamente, el número 26: “La fuerza domesticadora de lo grande”. Un hexagrama que habla de cómo lo Creativo, que pugna por avanzar, es domesticado, amansado, refrenado por el gran poder de obstrucción del Aquietamiento, obligándole a esperar hasta que la fuerza largamente acumulada gracias a la represión se abre finalmente camino y obtiene un gran éxito.
Simbolismo que se encuentra también en las teorías junguianas del funcionamiento de la psique, particularmente en la que Dante llamó «selva oscura» de la mitad del camino de algunas vidas, cuando un imprevisto obstáculo exterior o el despertar de una inesperada nueva tendencia desde el interior, obstruye el habitual fluir de la energía psíquica hacia el mundo externo, represándola en el inconsciente hasta acabar abriendo a veces una nueva perspectiva vital que da un vuelco a la biografía.
Tales son los ecos que despiertan en mí estas formidables estructuras que los ingenieros de Caminos, Canales y Puertos levantan en el cauce de los ríos para sustentar nuestra civilización.
Y de ellas he elegido doce, en veinticuatro imágenes, para la presente exposición. Todas de Galicia, y mayoritariamente de la provincia de Ourense, que es la que más tiene. Entre ellas, la de Santo Estevo, a escasos tres kilómetros de la cual transcurrió mi infancia, y verdadera responsable del despertar de mi interés por estas grandiosas construcciones.
[PUEBLOS SUMERGIDOS Y DIÁSPORAS]
La energía hidroeléctrica es, en el estado actual de nuestros conocimientos científicos y técnicos, absolutamente imprescindible para sustentar la civilización.
La belleza que pueden contener las fotografías de presas, con sus perspectivas espectaculares, sus increíbles líneas de fuga y la majestuosidad ofrecida abundantemente al fotógrafo por estas impresionantes construcciones, es un deleite para el alma, la sensibilidad y los sentidos.
Pero todo esto ha tenido un precio. Un precio humano que en algunos casos fue muy amargo, y que en gran medida aún está sin pagar y ya nunca se pagará.
Veigas de Camba, pueblo tragado por el embalse de As Portas; Portomarín antiguo y decenas de aldeas devoradas por el de Belesar; Alberguería, a quien el de Prada sirvió de vergonzosa mortaja…
Hombres y mujeres anónimos que os visteis privados de la geografía de vuestros más preciosos recuerdos y arrojados a la intemperie emocional, recibiendo a cambio en algunos casos nada más que una miseria…
¡También a vosotros quiere recordar, agradecer y homenajear esta exposición!
Si las presas de contrafuertes tienden a tener apariencia siniestra, esta de Prada se lleva la palma. No hay más que bajar los alrededor de cuatrocientos peldaños de la escalera que desciende pegada a su extremo derecho y situarse ante ella en su base, para tener la abrumadora sensación de haberse extraviado en el mundo de Tolkien e ido a parar ante la Puerta Negra de Mordor.
Sensación que se afianza y se multiplica cuando uno se entera de los pormenores de lo ocurrido con Alberguería, el pueblo cuyos restos se encuentran ahora en el fondo del embalse al otro lado de esa negra mole de hormigón.
Con frecuencia, el levantamiento de una presa permite descubrir y construir accesos a lugares fantásticos, que de otro modo permanecerían desconocidos para la civilización.
Este es sin duda el caso de la presa de San Sebastián, situada en el curso alto del río Bibei, entre las provincias de Ourense y Zamora; una zona alejada del mundo, a 25 kilómetros al norte de la autovía A-52 por una carretera en la que uno nunca se cruza con nadie.
La presa, de contrafuertes, recuerda mucho menos al mundo de Tolkien que la de Prada, pero no deja de impresionar, ofreciendo desde determinadas perspectivas –por ejemplo, cuando uno se acerca en su base a la pared lateral del aliviadero– una estética muy próxima al brutalismo.
Pero independientemente de la presa, o mejor, con la presa centrando y enalteciendo la geología desnuda de su entorno, la zona adquiere una belleza silenciosa, serena, concentrada, mística, que difícilmente se le borrará de la memoria a quien se acerque a visitarla.
Las presas de gravedad son simples muros rectos colocados perpendicularmente a la dirección del río, y en ellas es únicamente el peso de la presa lo que se opone al empuje de las aguas del embalse, por lo que son el tipo de presas de mayor grosor en su base (alrededor del 80% de su altura).
Las presas de tipo arco gravedad son presas curvadas con respecto a su eje vertical, de manera que esa curvatura les permite descargar una parte del empuje de las aguas sobre las rocas de las márgenes del río, siendo la otra parte soportada por el peso de la presa. Son, por ello, menos gruesas que las presas de gravedad.
Diciembre de 1959. El Sil registra una de las mayores riadas de las que se tiene memoria. En la presa de Santo Estevo, los aliviaderos de su parte superior se muestran insuficientes para evacuar el enorme caudal de la crecida y se tiene que abrir el aliviadero auxiliar, construido en el fondo del embalse aprovechando el túnel que desvió el río a través de la montaña de la margen derecha mientras la presa estuvo en construcción. Es la primera vez que se abre esta compuerta.
Al poco tiempo, por la boca del túnel-aliviadero, aguas abajo de la presa, empiezan a salir grandes cantidades de piedra. Y esas piedras, movidas por los fuertes remolinos que allí se forman, rebotan cual proyectiles contra la parte baja de la presa. La preocupación es enorme. La erosión así provocada puede afectar a los cimientos de la presa, produciendo un gran socavón que la desmorone, pero hasta que el temporal remita, nada se puede hacer.
Cuando al fin es posible acceder al río, los ingenieros descubren la procedencia de la piedra expulsada por la boca del aliviadero auxiliar, y se dan cuenta de la extrema gravedad de la situación.
Lo que había ocurrido era que el revestimiento interior del túnel-aliviadero no resistió, y al deteriorarse, el agua que salía a través de él entró en régimen turbulento, con muy serias consecuencias. Las erosiones producidas en las paredes del túnel ocasionaron un corrimiento de rocas en la parte de la montaña que quedaba por encima de él, creándose una chimenea de ochenta metros de altura que lo puso en comunicación con el exterior. Y lo terrorífico de la situación era que esa chimenea estaba justo al lado del estribo de la presa, es decir, en la parte de la montaña donde la estructura curva de la presa descarga el peso del embalse.
El riesgo de que el apoyo de la montaña cediese y la presa se desmoronase era enorme. Y de ser así, los más de 200 millones de toneladas de agua que contenía el embalse se llevarían por delante todo lo que encontrasen a su paso. El pueblo de Os Peares, donde el Sil se junta con el Miño, justo al final del cañón, está a 9 kilómetros de la presa, y la ciudad de Ourense, atravesada por el Miño, a 25 kilómetros…
Afortunadamente, todo se quedó en el susto. Se actuó con rapidez, trabajando en jornadas de veinticuatro horas hasta conseguir rellenar el enorme boquete a base de inyectarle ingentes cantidades de mortero. Y en cuanto al túnel, nunca más volvió a ser usado. Se aumentó la capacidad de los aliviaderos de la parte superior de la presa, y el aliviadero auxiliar quedó fuera de servicio para siempre.
La pirámide de Keops –la mayor de las pirámides de Egipto– tiene 136 metros de altura y 230 de longitud en el lado de la base. La presa de As Portas tiene 141 metros de altura y 477 de longitud en su parte superior. Se trata, sin duda, de una obra faraónica.
Una obra escondida, solitaria en varios kilómetros a la redonda, con la que uno se topa de pronto en la carretera entre Vilariño de Conso y A Gudiña: en medio de la nada, de repente, a la salida de una curva, la formidable pared de hormigón de ciento cuarenta y un metros de altura.
Y no menos impresiona cuando se la ve fragmentariamente desde lejos, asomando por entre los pliegues de las montañas que la rodean, evidenciando que algunas obras humanas no son menos grandiosas que las obras de la naturaleza.
Las presas de bóveda de doble curvatura no sólo están curvadas con respecto a su eje vertical (como las de arco gravedad), sino también horizontalmente, inclinándose hacia adelante en la dirección del río a medida que ganan altura. Este tipo de presas desplazan una gran parte del empuje de las aguas hacia las rocas de las márgenes, y por ello sólo son posibles cuando estas rocas son muy resistentes. Visualmente se distinguen por su esbeltez, llegando a veces a parecer excesivamente delgadas, en comparación con las de gravedad.
La presa de Belesar fue un símbolo del régimen franquista, cuya propaganda la convirtió en un punto de gran interés turístico. Hoy es sólo una presa importante de Galicia (la segunda de la comunidad en altura), pero hubo un tiempo en que era tan visitada o más que la catedral de Santiago.
Fue construida por Fenosa, la empresa de Pedro Barrié de la Maza, amigo personal de Franco, a quien financiara durante la guerra civil a través de su banco: el Banco Pastor. Esta amistad le trajo a Barrié tan buena suerte, que en 1958, cuando se iniciaban las obras de la presa, compró todas las series de un número de la Lotería de Navidad y le tocó el Gordo: 180 millones de pesetas, más o menos la mitad de lo que se preveía que costase la presa.
Pero no dedicó demasiado al pago de las propiedades inundadas. Aunque las injusticias en este caso no alcanzaron la magnitud de las del embalse de Prada, los precios de las tierras mejor pagadas no pasaron de la décima parte de lo que se pagaba en los embalses del Mediterráneo.
Esta exposición también quiere rendir homenaje a los dos más importantes ingenieros relacionados con las presas que en ella aparecen: Luciano Yordi de Carricarte (1917-1979) y Alejandro del Campo Aguilera (1920-2014).
Yordi fue pionero en España de la bóveda de doble curvatura, y autor, desde la empresa Fenosa, de tres de las presas de esta exposición: Eume, Albarellos y su gran obra: Belesar, con aspectos innovadores en su tiempo y que da lugar al mayor embalse de Galicia: seiscientos cincuenta millones de toneladas de agua.
Del Campo, por su parte, fue la cabeza pensante del modélico aprovechamiento hidroeléctrico integral de la cuenca del Sil en Galicia, llevado a cabo por Saltos del Sil S.A., y autor, sólo o en colaboración con otros ingenieros de la empresa, de muchas de las presas de esta cuenca, incluyendo las aquí presentes de Chandrexa, O Bao, Santa Eulalia y As Portas, siendo esta última la más alta de la comunidad gallega y cuarta de España.
En Galicia hay meandros famosos, como el enorme que forma el Miño en Cabo do Mundo o los múltiples del Sil en A Cubela. Pero, ¿cuántas personas conocen este que aquí se muestra, y al que la presa y el embalse de Montefurado contribuyen a realzar?
Aquí no hay solamente un río, sino dos: la presa está en el Bibei, el cual, nada más dar la curva, se encuentra con el Sil, que viene por la izquierda hacia nosotros paralelo a la carretera N-120.
Al fondo, casi enfrente del poblado –Sil por medio–, está el túnel romano de Montefurado.
Lugar: Sala 0
Horario: Luns a venres de 11.00 a 14.00 h. e de 17.00 a 21.00 h., sábados, domingos e festivos de 11.00 a 14.00h.
Precio: De balde
Visitas guiadas:
Comisariado:
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